Ingredientes
4-5 manzanas (depende del tamaño)
250 g de harina tipo 1
150 g de eritritol (o azúcar de coco)
3 huevos
100 g de mantequilla derretida (o mantequilla de coco; si lo prefieres, puedes sustituir la mitad por puré de manzana).
200 ml de leche (también sirve leche vegetal: de almendras, soja o avena)
1 sobre de levadura en polvo (10 g)
1 cucharadita de extracto de vainilla (opcional)
Azúcar glas para decorar
Preparación
Preparar las manzanas
Precalienta el horno a 180 °C. Lava las manzanas y córtalas en rodajas finas. Si no quieres que se oxiden, rocíalas con un poco de zumo de limón. ¿Pelarlas o no? Eso ya depende de ti: pelarlas les da un toque más rústico, no más delicado.
Preparar la masa
En un bol grande, batir los huevos con el eritritol (o el azúcar) hasta que estén pálidos y esponjosos. Añadir la mantequilla derretida y la vainilla y mezclar bien. A continuación, incorporar la harina y la levadura en polvo, alternando con la leche: esto evitará grumos y conseguirá una mezcla suave.
Arma el pastel
Vierta la masa en una bandeja rectangular para hornear forrada con papel vegetal. Distribuya las rodajas de manzana encima, ligeramente superpuestas: además de aportar sabor, crean un bonito efecto decorativo.
Cocinando
Hornear durante 25-30 minutos, hasta que la superficie esté dorada y al insertar un cuchillo, este salga limpio.
El toque final
Déjalo enfriar y luego espolvoréalo con azúcar glas. Está delicioso caliente (el contraste entre las manzanas suaves y la corteza crujiente es fantástico), pero está aún mejor frío al día siguiente.
Consejos y variaciones
Una pizca de canela o ralladura de limón en la masa la hace más aromática.
Si prefieres una versión sin lactosa, utiliza leche vegetal.
Prueba a mezclar manzanas y peras para variar: queda jugoso y muy dulce. 💭 Nota personal: este es mi pastel para compartir: lo corto en cuadrados y desaparece entre desayunos, meriendas y cenas. Me gusta porque es sencillo pero siempre tiene ese aroma casero.